PBI
Tras un difícil 2023, que culmina con una caída moderada del PBI estimada en el 1% -traccionada mayormente por la sequía-, se delinean dos escenarios para el 2024. Uno, incluso “optimista” -planteado por ejemplo en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM)-, en el que el PBI cae 2,6%, en un contexto en el que la recesión y la caída del consumo obran como ancla inflacionaria, particularmente en el segundo semestre. En el escenario “pesimista” -manejado por el mismo ministro Caputo- la caída alcanza el 4,1%.

El amesetamiento del crecimiento, a la salida de la caída de la actividad por la pandemia, se evidencia en la ralentización de la curva de crecimiento mensual, hasta junio de 2022, y la tendencia decreciente de la actividad hasta junio de 2023. El tirón devaluatorio impulsado por la gestión electa en noviembre de 2023 inicia una nueva etapa declinante en la evolución de la serie.

Tras nueve trimestres de crecimiento consecutivo (I-21 a I-23), la sequía dio inicio a una serie de tres trimestres de caída consecutiva del nivel de actividad.

Según el REM el principal impacto económico de las políticas económicas del nuevo gobierno se dará durante el primer trimestre, compensándose parcialmente en el segundo gracias a la baja base de comparación dejada por el efecto de la sequía en 2023. En el escenario “optimista”, recién en el cuarto trimestre del año la actividad vuelve a crecer en la medición interanual. En el mejor escenario se trata de la mayor caída (sin contar la pandemia) desde 2018.

Por efecto del desborde inflacionario el PBI nominal crece exponencialmente. Pasa de un proyectado de 190 billones de pesos en 2023 a un rango que oscilará entre los 759 billones en el escenario optimista y los 994 billones de pesos en el pesimista. La diferencia la hace la inflación, según el grado de éxito del programa económico del gobierno.

Inflación
En el mejor de los escenarios el nuevo gobierno logrará controlar la espiral inflacionaria en el segundo semestre. Esto dejará una elevada base para el cálculo de la inflación promedio anual (rondando el 310%). En el peor de los casos la inflación se reinstalará “en oleadas”, dejando un promedio muy superior (en torno al 445% promedio).

El escenario optimista depende casi exclusivamente de la capacidad del nuevo gobierno de controlar las expectativas de los agentes formadores de precios, evitar nuevos saltos cambiarios y atrasar los salarios de forma que el consumo interno quede estancado por falta de demanda. Es decir, el “éxito” del programa económico depende de una estabilización que afectará profundamente a los sectores productivos orientados al mercado interno y a los ingresos de los sectores populares.

Sin embargo aún en el escenario “optimista” el promedio anual parte de una base elevadísima, considerando el impacto que deja la aceleración inflacionaria de los últimos cinco meses de 2023. Aún con una inflación mensual en el rango del 3% en diciembre de 2024, el escenario más optimista relevado en el REM condice con una inflación promedio anual para el 2024 en el orden del 310,1%.

Un escenario “pesimista”, y aún así relativamente moderado, supone un descenso menos marcado de la inflación mensual, hasta converger en el rango del 10% mensual promedio en el segundo semestre, con una leve aceleración hacia el fin del período. La inflación acumulada sería del 400%, medida diciembre a diciembre.

La dificultad del gobierno para controlar la inflación desembocaría -por lo bajo- en una inflación promedio anual del 445%, a fines de 2024.

Dólar
El REM, en su escenario más optimista, considera una evolución del tipo de cambio que lleva la cotización del dólar a 1700 pesos a fines de 2024. En una proyección más pesimista el tipo de cambio se dispara hasta alcanzar los 3100 pesos.

Los escenarios devaluatorios tienen por finalidad licuar los activos económicos y los pasivos monetarios expresados en pesos. La dinámica inflacionaria reactúa a su vez sobre el escenario de licuación, incentivando a nuevos saltos cambiarios. Según las proyecciones del REM, sea cual sea el escenario, resulta imposible sostener el nivel expresado por la pérdida de poder adquisitivo del peso en dic-23 y ene-24, convergiendo a un tipo de cambio bilateral real entre 15 y 23 puntos por debajo del que había efectivamente en noviembre de 2023 (a tipo de cambio oficial).

Presupuesto
Según los lineamientos presentados por Caputo, para solucionar la supuesta crisis fiscal, 2,9 puntos del PBI se obtendrán por contención del gasto presupuestario de la Administración Pública Nacional. Considerando el nivel alcanzado por el Presupuesto en 2023, y aplicando los parámetros de los distintos escenarios del REM (caída del PBI entre el 2,7% y el 4,1% e inflación promedio anual entre el 300% y el 440% en 2024) se obtiene un rango para el Presupuesto de la APN que oscila entre los 138 y los 180 billones de pesos.

La supuesta “voracidad estatal” que habría generado la “crisis fiscal” no se verifica, por cuanto el Presupuesto de la APN viene cayendo en términos reales de manera continua desde 2015 (con excepción de 2016 -por el gasto adicional vinculado a los pagos de la deuda externa- y 2020 -por el gasto extra relacionado con la emergencia sanitaria del COVID-). Tras caer levemente en 2022 y 2023, hasta situarse 12,6 puntos por debajo de 2015 en términos reales, el ajuste del nuevo gobierno supondrá, en cualquier de sus escenarios, una caída de 14/15 puntos en el Presupuesto real en un solo año, siendo la mayor caída real del Presupuesto de la historia reciente.

Política económica CyT
La inversión en CyT históricamente es procíclica. Crece más que la economía, cuando ésta lo hace, y cae profundamente cuando la actividad revierte su signo. Los pronunciados incrementos del trienio 2021-2023 en la inversión CyT cambiarán su signo en 2024. Según el tipo de escenario el Presupuesto de la APN caerá en términos reales un 16-17%, si la meta fiscal del gobierno entrante ha de cumplirse. Esto supone, por principio, un ajuste en los tipos de gasto (salarios, gastos de capital, transferencias) que constituyen el grueso de la inversión en ciencia, que se había ampliado notablemente en los años previos. La caída rondará el 25% en términos reales, pudiendo ser mayor. En el caso del CONICET, cuya estructura presupuestaria históricamente tiene variaciones más moderadas, al alza y a la baja, la inversión caerá en el orden del 17-19%, por encima de la media de la APN, pero por debajo de la Función CyT.

La consecuencia de la meta de ajuste fiscal del gobierno entrante significará, para el SNCTI, un retroceso que devolverá a la Función CyT al nivel que tenía en 2019, perdiendo todo lo recuperado desde entonces. Si bien la caída será más atenuada, el retroceso para el CONICET eliminará los importantes avances de los últimos años, que habían dejado al organismo casi al nivel presupuestario de 2015. El proyecto del gobierno implica situar la inversión en ciencia entre 35 y 37 puntos por debajo de los valores de 2015 y desfinanciar al CONICET mediante una caída de 20 puntos reales en un solo año.

El nuevo gobierno ha reconfigurado la estructura organizacional del SNCTI de manera violenta. La pérdida de la jerarquía ministerial para la ciencia y la tecnología ha dejado a los 5 organismos que conformaban el ex MINCyT dentro de la órbita de la Jefatura de Gabinete. Los organismos que revistaban en Educación ahora están integrados dentro del Ministerio de Capital Humano (sic), y los que estaban en Obras Públicas dentro del Ministerio de Infraestructura. Al desfinanciamiento se le añade, como es usual, una notoria pérdida de jerarquía y peso institucional.
El complemento de la pérdida de jerarquía del SNCTI dentro del diseño de la APN es la prórroga presupuestaria, dispuesta para el año 2024 sobre la base del Crédito Vigente 2023. Esto supone la configuración de Créditos Presupuestarios Iniciales que, en un período signado por la volatilidad y la elevada nominalidad, están condicionados por la discrecionalidad de una política orientada al ajuste y la compresión presupuestaria. Sin otro contralor que el arbitrio del Poder Ejecutivo, se consolida así un instrumento de gestión apto para la realización de una política económica regresiva para el SNCTI argentino.

La prórroga del Presupuesto 2023 será sucedida inevitablemente por una serie de ampliaciones presupuestarias, en el contexto macroeconómico inflacionario y recesivo antes descrito. En el escenario “optimista” (2024o), aún con una violenta caída del 25% real, la Función CyT debería escalar nominalmente desde 0,594 hasta 1,78 billones de pesos, y el CONICET, aun cayendo 15 puntos reales, ascender desde 0,2 billones de Crédito Inicial a 0,67 billones de pesos. En el escenario de más inflación (2024p) la suba nominal es aún mayor (2,31 y 0,879 billones respectivamente). La magnitud de la caída real, no obstante, puede comprobarse considerando cuál debería ser el crédito presupuestario en el escenario optimista si la inversión real se mantuviera estable (2024o0), es decir, si variara 0% en términos reales. En ese caso el presupuesto de la Función CyT debería pasar de 1,78 a 2,38 billones, y el CONICET de 0,67 a 0,81 billones de pesos. En el escenario pesimista sin variación real (2024p0), el presupuesto de la Función pasaría de 2,31 billones a 3,16 billones, y el del CONICET escalaría de 0,879 billones a 1,085 billones de pesos. Esto quiere decir que el ajuste del gobierno entrante implica detraer 600.000 millones de pesos de 2024 a la Función (en el escenario “optimista”) y 785.000 millones de pesos en el “pesimista”. Para el CONICET los ajustes según el tipo de escenario rondan los 140-200 mil millones de pesos.

Lo anterior puede expresarse así: el Crédito Inicial de la Función CyT equivale al 33,2% de lo que se requerirá en el escenario de ajuste más “optimista” y el 25,7% de lo demandado por el escenario “pesimista”. Por otro lado para continuar funcionando como hasta ahora (variación real 0), el Presupuesto actual no expresa más que el 24,9% de los requerimientos en la proyección “optimista” y apenas el 18,7% en la pesimista. El CONICET presenta guarismos similares, ligeramente más bajos en la relación entre el Crédito Inicial y los escenarios proyectados por el gobierno (29,7% en el mejor escenario y 22,7% en el peor). Esa composición de Créditos evidentemente no resultará suficiente de cara al futuro, resultando posible cubrir operativamente solo 3 o 4 meses del año con el presupuesto concedido a la fecha.
